Blas de Otero es una de las figuras más destacadas en el panorama poético español del siglo XX. Sus poemas, inscritos en la posguerra española, me llegaron mediante su vocabulario conciso y en ocasiones mordiente. Él escribe por y para el hombre y trata de que su palabra tenga efecto en la España sangrienta del franquismo. Se aleja, por tanto, de la pretendida belleza estilística y, como es sabido, centra sus fuerzas en comunicarse en un país de censura. He escogido uno de los poemas que reflejan la connotación social de su poesía:
CANTO PRIMERO
Definitivamente, cantaré para el hombre.
Algún día –después-, alguna noche,
me oirán. Hoy van –vamos- sin rumbo,
sordos de sed, famélicos de oscuro.
Yo os traigo un alba, hermanos. Surto un agua,
eterna no, parada ante la casa.
Salid a ver. Venid, bebed. Dejadme
que os unja de agua y luz, bajo la carne.
De golpe, han muerto veintitrés millones
de cuerpos. Sobre Dios saltan de golpe
-sorda, sola trinchera de la muerte-
con el alma en la mano, ente los dientes
el ansia. Sin saber por qué, mataban;
muerte son, sólo muerte. Entre alambradas
de infinito, sin sangre. Son hermanos
nuestros. Vengadlos, sin piedad, ¡vengadlos!
Solo está el hombre. ¿Es esto lo que os hace
gemir? Oh si supieseis que es bastante.
Si supieseis bastaros, ensamblaros.
Si supierais ser hombres, sólo humanos.
¿Os da miedo, verdad? Sé que es más cómodo
esperar que Otro -¿quién?- cualquiera. Otro,
ser, si procuro ser quien soy. ¡Quién sabe
si hay más! En cambio, hay menos: sois sentinas
de hipocresía. ¡Oh, sed, salid al día!
No sigáis siendo bestias disfrazadas
de ansia de Dios. Con ser hombres os basta.
(Ancia, 1958)
Blas de Otero Muñoz nació en Bilbao en 1916. Su infancia transcurrió en esta ciudad y en la capital española. Tras los años de estudio en los jesuitas, hizo el bachillerato en Madrid y siguió la carrera de Derecho –que no ejerce- y la de Letras, que deja sin terminar. Después, reside en Barcelona, viaja del Atlántico al Pacífico, pasa por París y de cuando en cuando por Bilbao. También recorre España de norte a sur. José Ángel Ascunce Arrieta (1990) indica que Blas de Otero no tuvo una relación sencilla con Bilbao y el País Vasco. De hecho, durante toda su vida manifestó un “amor pasional” hacia su lugar de nacimiento y su país, pero también odio y rechazo. El crítico añade que ciertas características personales del poeta pueden explicarse por su psicología étnica, entre éstas la socarronería o la impresión de ser distante. Según él, estas son “características prototípicas de su psicología vasca”.
Obras (trayectoria poética):
En cuanto a su labor como escritor, Emilio Alarcos (1996) apunta que el poeta no tiene la intención de inscribirse en grupos literarios, y que colabora de cuando en cuando en revistas poéticas. Sus libros empiezan con Cántico Espiritual, folleto de 1942, y continúan con Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951). Estas dos obras se reúnen en Ancia (1958), título derivado de la unión entre la primera sílaba del primer libro y la última del segundo. En 1955 publica Pido la paz y la palabra y cuatro años más tarde En castellano (1959). Estos escritos constituirán la primera parte de su creación literaria.
En 1963 se divulga Esto no es un libro, selección amplia de todos sus poemas. Al año siguiente se publica en París Que trata de España (1964), y en 1969 aparece una nueva selección de poemas bajo el título Expresión y reunión. En 1970 publica Mientras y, en prosa lírica, Historias fingidas y verdaderas. Más tarde tendremos algunas colecciones de tipo antológico, como País (1971), Verso y prosa (1974), Poesía con nombres (1977) y Todos mis sonetos (1977), aunque elimina alguno de los más antiguos. Hay además una producción previa a Cántico espiritual (1942), que sólo se concreta en Expresión y reunión, pero su cronología no está concretada más que con el año final de la etapa, 1941. La fecha de inicio fue incierta.
Características de la obra oteriana:
Los trabajos poéticos de posguerra a partir de 1936 tuvieron una gran influencia de Garcilaso, cuyo centenario se celebraba aquel año. Emilio Alarcos (1996) interpretó que
era natural que la primera etapa poética después de las hostilidades, como reacción ante una realidad hosca, buscara la tranquilidad de ánimo, el beleño que adormeciera pasiones y rencores (pág. 22)
De este modo, la poesía daba mayor importancia a la musicalidad externa, y dejaba a un lado el trasfondo del poema. Era una forma de reblandecer las mentes de aquellos que habían padecido la Guerra Civil, como el crítico indica, y de no arriesgarse a la censura de aquellos años. La poesía de Otero, en cambio, se aleja del patrón seguido por sus contemporáneos y se centra en el plano social. Como dirá Dámaso Alonso (1952) en Poetas españoles contemporáneos,
Hay cierta bronquedad, cierta hirsutez en su palabra, que a mí me gusta (estoy harto de versos barbilampiños, y a veces una chispita bardajillos). Esa brusquedad se corresponde muy bien con el fondo de su poesía; y no nos engañemos: este poeta tiene un extraordinario dominio de su palabra. Su verso es áspero, no por otra cosa, sino porque se corresponde con el derrumbamiento en huida del mundo y de su imagen del mundo (pág. 12).
A continuación he seleccionado uno de los poemas que mejor representan la brusquedad, la aspereza del verso y el lenguaje directo. Desde mi punto de vista, es uno de los mejores indicadores de la penosa situación que se estaba viviendo en la España de la posguerra:
HIJA DE YAGO
Aquí, proa de Europa preñadamente en punta;
aquí, talón sangrante del bárbaro Occidente;
áspid en piedra viva, que el mar dispersa y junta;
pánica Iberia, silo del sol, haza crujiente.
Tremor de muerte, eterno tremor encarnecido,
ávidamente orzaba la proa hacia otra vida,
en tanto que el talón, en tierra entrometido,
pisaba, horrible, el rostro de América adormida.
¡Santiago, y cierra, España! Derrostran con las uñas
y con los dientes rezan a un Dios de infierno en ristre,
encielan a sus muertos, entierran las pezuñas
en la más ardua historia que la Historia registre.
Alángeles y arcángeles se juntan contra el hombre.
Y el hambre hace su presa, los túmulos su agosto.
Tres años: y cien caños de sangre abel, sin nombre…
(Insoportablemente terrible es su arregosto.)
Madre y maestra mía, triste, espaciosa España.
He aquí a tu hijo. Úngenos, madre. Haz
habitable tu ámbito. Respirable tu extraña
paz. Para el hombre. Paz. Para el aire. Madre, paz.
(Pido la paz y la palabra, 1955)
Otro de los rasgos remarcables de la obra oteriana es su interés por la vida del ser humano más que por la obra. Por eso, me parece interesante que nos centremos en ciertos aspectos de su biografía que ayuden a entender la obra en su complejidad. Para ello, tomaremos como referencia la obra de J.A. Ascunce Arrieta (1990). Este considera que en la trayectoria de Blas de Otero
la vida como experiencia existencial es en todos los casos la desencadenante de la acción poética, de tal forma que la poesía es siempre una respuesta compensatoria a las obsesiones y querencias del poeta (pág 46)
Este crítico también ahonda en los miedos y angustias del poeta, entre ellos su obsesión por la muerte. Esta lleva al poeta a la búsqueda a través de la poesía de elementos que compensen el trágico acontecimiento del fin de la vida, y aquí se refleja el componente existencial de la poesía de Otero. La búsqueda de sentido a la vida la realizará, como iremos comprobando, a través de la poesía religiosa, la existencial y la social, en este orden. En la última, como hemos observado, buscará “soluciones no sólo para él sino para toda la humanidad”.
Poesía religiosa:
Atenderemos primero a la temática religiosa en Blas de Otero gracias a la información que nos proporcionan I.Zapiain y R.Iglesias (1983). La primera apreciación de estos es que
en el desolado panorama de la poesía de postguerra también la visión de la realidad conduce a una enérgica vuelta hacia Dios (pág. 161)
. Los poetas jóvenes ya no atienden al dogma, sino que buscan el ente último de ese Ser superior. Blas de Otero hace lo propio, y no es raro ya que tuvo la influencia de Fray Luis de León o San Juan de la Cruz y además siente la urgencia de acercarse a Dios. En un principio su acercamiento es de pasión y entrega; en el Señor ve la respuesta a los problemas que se plantean al ser humano. A esta creencia va unida la de que la distancia entre Dios y el hombre sólo se supera con la muerte, y el mero atisbo de duda sobre la existencia de la divinidad lo lleva a sentirse horrorizado.
Un tiempo después, el autor se siente cansado de no recibir respuesta de Dios y se da cuenta de que no muestra bondad hacia los hombres. Esto lo conduce a equipararse a Él desde una postura hostil, que pronto se torna en una sensación de superioridad. Ahora nos hallamos ante la “condena de Dios”. Por ese entonces, Blas de Otero escribe Dios con minúsculas y, como nos mostraba Miguel de Unamuno en San Manuel Bueno, mártir, deja de creer en Él. En la obra de Emilio Alarcos (1996) se nos muestra que su crisis respecto a Dios se manifiesta sobre todo en Cántico Espiritual (1942), Ángel fieramente humano (1950) y Ancia (1958).
Creo que esta tensa relación con Dios, que finalmente lleva a Otero a su rechazo, queda bien reflejada en el poema que he seleccionado:
HOMBRE
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos, me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser –y no ser- eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!
(Ancia, 1958)
Poesía existencial:
Es en el período de 1944 a 1955 cuando lo existencial predomina en la obra del poeta. Como narra J.A.Ascunce Arrieta (1990), se trata de una época complicada para el peta, ya que, al romper su relación con Dios, el poeta se enfrenta a la angustia del vacío y la muerte.
Esta situación provoca que el poeta necesite una “nueva fe poética” y una “nueva razón vital” para superar la crisis en la que está sumido. Este tipo de poesía se concreta también en Ángel fieramente humano (1950) y en Ancia (1958), además de en Redoble de conciencia (1951), y el principal mensaje que el autor querrá expresar será que
el hombre como ser destinado a la muerte en un contexto-mundo de desolación y ruinas busca su posible salvación en el amor y en la poesía (pág. 59)
Debemos tener en cuenta que el concepto de amor no es el mismo en todos sus poemas. Al principio se trata del amor a Dios, pero dada la frustración que el Ser Supremo ha causado en el poeta pasa a centrarse en el amor hacia la mujer. Sin embargo, I.Zapiain y R.Iglesias (1983) nos hacen ver que
los pasos que da –con respecto al amor hacia la mujer- son similares –a los que da con respecto a Dios. La búsqueda del refugio paterno es difícil y la limitada paciencia de Otero le lleva enseguida a enfrentarse a él, es decir, su faceta de rebeldía tenaz, situada en la segunda etapa de un creyente con escepticismos, le lleva a buscar un nuevo interlocutor, un nuevo receptor de su amor, manifestado ahora en su realización terrena, en la culminación espiritual y física a través de la relación amorosa con la mujer (págs. 174-175).
En mi opinión, en el siguiente poema se ilustra el paso del amor de Dios al amor hacia la mujer, todavía no muy definido. Tras la lectura de muchos de sus poemas y la lectura de críticos del poeta, interpreto que “Relámpago apenas” refleja la búsqueda aún desesperada de Dios en el acto amoroso:
RELÁMPAGO APENAS
Besas como si fuesesa comerme.
Besas besos de mar, a dentelladas.
Las manos en mis sienes y abismadas
nuestras miradas. Yo, sin lucha, inerme,
me declaro vencido, si vencerme
es ver en ti mis manos maniatadas.
Besas besos de Dios. A bocanadas
bebes mi vida. Sorbes. Sin dolerme,
tiras de mi raíz, subes mi muerte
a flor de labio. Y luego, mimadora,
la brizas y la rozas con tu beso.
Oh Dios, oh Dios, oh Dios, si para verte
bastara un beso, un beso que se llora
después, porque ¡oh, por qué! no basta eso.
(Ancia, 1958)
Poesía social:
El poeta se dedica a la poesía social, después de la desazón que el amor hacia Dios y el que siente hacia la mujer le han provocado, como muestran sus poemas. Basándonos en la obra de E.Alarcos (1996)
Otero encuentra la tan buscada fe en la caridad hacia los otros hombres. Ahora ya no importa la soledad del hombre: el ser hombre es bastante y hay que saber serlo, saber ser “sólo humanos” (pág. 41).
El medio a través del que Blas de Otero ayuda al hombre es la palabra, su expresión poética, y, si tenemos en cuenta las circunstancias sociales que se estaban viviendo, no nos puede extrañar su preocupación por la situación del hombre: las consecuencias de la guerra mundial estaban demasiado presentes. “En nombre de muchos” y “Proal” son dos de los poemas que denuncian las desgracias que se están viviendo en Europa:
EN NOMBRE DE MUCHOS
PARA el hombre hambreante y sepultado
en sed –salobre son de sombra fría-,
en nombre de la fe que he conquistado:
alegría.
Para el mundo inundado
de sangre, engangrenado a sangre fría,
en nombre de la paz que he voceado:
alegría.
Para ti, patria, árbol arrastrado
sobre los ríos, ardua España mía,
en nombre de la luz que ha alboreado:
alegría.
(País, 1971)
PROAL
ÉSTE es el tiempo de tender el paso
y salir hacia el mar, hendiendo el aire.
Hombres, levad los hombros
sonoramente, bajo el sol que nace.
Éste es el mar, las armas son aquellas
que, estrepitosamente, se deshacen.
Hombres, izad, alzad
hacia la paz los encendidos mástiles.
España, espina de mi alma. Uña
y carne de mi alma. Arráncame
tu cáliz de las manos.
Y amárralas a tu cintura, madre.
(País, 1971)
Con todo, realizar poesía social no es fácil en los tiempos que corren. Sabemos que por aquella época la censura del franquismo estaba presente y, como J.Galán (1978) expone,
¿Cómo publicar en la España de los años cincuenta? ¿Qué cercenaron las tijeras del censor de Blas de Otero? (…) Y más adelante –Blas de Otero- reconoce que, a pesar de las dificultades que entraña corregir un poema, llega un momento en que por unas pautas de automatismo interior el poeta intuye qué –o qué no- podrá sortear las trabas de la censura (pág. 99).
Como podemos observar, la situación no era sencilla para el poeta abocado a escribir para el hombre, y de esta desesperación da muestras en “Cantar de amigo”, donde exalta su deseo de “escribir de día”:
CANTAR DE AMIGO
QUIERO escribir de día.
De cara al hombre de la calle,
y qué
terrible si no se parase.
Quiero escribir de día.
De cara al hombre que no sabe
leer,
y ver que no escribo en balde.
Quiero escribir de día
De los álamos tengo envidia,
de ver cómo los menea el aire.
(País, 1971)
Para terminar, me gustaría resaltar el tema de España en la poesía de Blas de Otero ayudándome de lo estudiado por I.Zapiain y R.Iglesias (1983). Ellos plantean la cuestión de la aparición frecuente del país en la poesía oteriana, incluso más frecuente que la mención al hombre. La respuesta que dan es que hacer alusión a España implica abarcar la patria, la cuna, la tierra y las características hispánicas, pero sin olvidar a los hombres y a las mujeres que allí viven. Además, siendo español es normal que se interrogue sobre las características de su pueblo con “ese sentimiento de escepticismo amoroso” hacia él. Como hicieran anteriormente Machado, Cernuda, Lorca y todos aquellos autores de la generación del 27, Otero se cuestiona la situación del país, ahora recién salido de una guerra desde una postura crítica hacia quienes promovieron el conflicto. He aquí una de las poesías que revelan sus sensaciones respecto a desazonadora España franquista:
POETA COLONIAL
Dime si puedes
venir a España a remover la tierra
que me rodea estoy triste
porque no ha llovido y a veces porque llueve
vamos España ponte tu traje de los miércoles
el colorado y danza junto al Nalón
vienes y vas por Cuba por el mar
y yo he venido y yo he venido por el aire hasta La Habana
y te entiendo cuando hablas
y cuando callas no te entiendo
qué hiciste España por aquí tú sola
total para volver como yo vuelvo
la cabeza
y te miro a lo lejos y de repente
me siento viejo
salgo corriendo a hablar con los becados con una miliciana
y no estoy solo oigo las mismas palabras
que en Jaén Extremadura Orense
y siento ganas de llorar o de hacer la revolución
cuanto antes
incomprensible España pupitre sin maestra
hermosa calamidad
ponte tu traje colorado danza ataca canta
(Que trata de España, 1964)
He aquí, en conclusión, un breve análisis de las características de la obra de Blas de Otero y de su principal temática poética. Como podemos comprobar, se trata de un escritor que consagró gran parte de su obra a la poesía social, a los problemas que aquejaban al hombre y a la denuncia –hasta donde alcanzaban sus posibilidades debido a la censura- de la situación de la España del franquismo.
BIBLIOGRAFÍA:;
ALARCOS LLORACH, EMILIO: Blas de Otero, Ediciones Nobel, S.A., Oviedo, 1996
ASCUNCE ARRIETA, JOSÉ ÁNGEL: Cómo leer a Blas de Otero, Ediciones Júcar, Madrid, 1990
GALÁN, JOAQUÍN: Blas de Otero, palabras para un pueblo: (tres vías de conocimiento), Ed. Víctor Pozanco, Barcelona, 1978
OTERO, BLAS de: Ancia, Visor Libros, S.L., Madrid, 1999 (14ª edición)
País, Plaza y Janés S.A. Editores, Barcelona, 1975
Pido la paz y la palabra, Lumen, Barcelona, 1976
Que trata de España, Ruedo Ibérico, París, 1964
UNAMUNO, MIGUEL de: San Manuel Bueno, mártir (1930), Ed. Cátedra S.A., Madrid, 1994 (17ª edición)
ZAPIAIN, ITZIAR; IGLESIAS, RAMÓN: Aproximación a la poesía de Blas de Otero, Narcea S.A. de ediciones, Madrid, 1983